La fotografía análoga, es decir, aquella en la que la imagen se plasma sobre un rollo fotográfico físico, resguarda una tradición visual que inevitablemente nos arrastra hacia momentos que de alguna forma consideramos mejores, o al menos en los que fuimos testigos de momentos que recordamos con cariño o cierta nostalgia.
No importa cuánto se acerque el resultado final a lo que hoy se puede obtener a través de medios digitales, de alguna forma el grano, el desbalance de sombras o sutiles imperfecciones nos llevan a aquellos tiempos en los que lo instantáneo no era una opción.
Había que esperar, pero también había que arriesgarse, porque el rollo tenía un número determinado de exposiciones y no podíamos borrar nuestros intentos -nuestros fracasos-, en una pantalla.
Y si a lo anterior sumamos el blanco y negro el escenario se completa. Y es que el blanco y negro nos aleja de lo accesorio para enfocarnos en las formas, en sus luces y sus sombras, no hay distracciones, no quedándonos más opción que centrar nuestra atención en lo que realmente importa.
En esta serie presentamos el notable trabajo de Marcelo Fuentes, fotógrafo de nuestra ciudad que ha escogido retratar sus esquinas con la honestidad que este medio permite.
Para mayor información sobre las fotografías, recomendamos visitar la cuenta Instagram de Marcelo.
Marcelo Fuentes, oriundo de Curacautín, es estudiante de pedagogía en historia y un amante de la fotografía analógica. Con sus registros busca capturar la esencia de nuestra comuna, rescatar nuestro patrimonio y llevarnos por un viaje al origen de nuestras raíces
Casa que sigue el estilo de la escuela alemana Bauhaus, parte de las obras de reconstrucción luego del incendio de 1943.
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