12 de mayo de 2023
Por Francisca Valdés Vallejos
El ingeniero agrónomo curicano, Miguel Arenas Cabello, ha formulado y probado por más de 10 años un producto para el control preventivo y curativo contra el hongo del plateado en árboles frutales y berries, asegurando su efectividad en un 100%, controlándose, además, el cáncer bacterial (PSA), cancro y otros.
Con el fin del verano y la llegada del otoño, llega una de las preocupaciones más importantes para los agricultores: prevenir y combatir el tan temible plateado. Esta enfermedad, causada por el hongo Chondrostereum purpureum, invade todos los huertos de frutales sin distinción, atacando en diferentes grados que van desde lo más leve, hasta aquellos en los cuales se desarrollan en grandes cuerpos frutales (grupos de hongos carnosos claramente visibles) como ocurre en el caso del kiwi.
Este hongo infesta, además, huertos de pomáceas como el manzano, perales, membrillos, también carozos como el guindo, ciruelos y duraznos, o berries como arándanos, esto termina por causar la muerte de ramas y de la planta en general, lo que ocasiona, por consecuencia, grandes pérdidas económicas.
El desarrollo del Plateado
El plateado prevalece en sectores de clima templado con presencia de lluvias, encontrándose con mayor frecuencia en frutales con abundancia de riegos. El exceso de humedad crea el microclima ideal para que se desarrolle este hongo.
En el caso del kiwi, el primer indicio para detectar la enfermedad es la presencia de cuerpos frutales en la madera de la planta (brazos y tronco) y el desarrollo de hojas de menor tamaño, las que adquieren una tonalidad plomiza con manchas amarillentas y sectores necróticos en la lámina foliar. En ataques más agudos las hojas se secan, caen y se produce muerte de brazos, lo cual eventualmente causa la muerte de la planta.
Una vez controlado el cuerpo frutal del hongo (llamado carpóforo), este toma una coloración necrótica, resquebrajadiza, típica de que el control ha sido efectivo. Cuando este permanece activo con esporas de reproducción y posterior invasión en la planta, adquiere una tonalidad púrpura/café y a veces una coloración blanca/plomiza.
Bajo este cuerpo frutal se pueden observar las basidioesporas, que son los estados latentes y de reproducción de la enfermedad, los cuales son diseminadas por el viento y la lluvia, produciéndose la propagación durante todo el invierno e inicio de primavera.
Árbol de kiwi.
Una nueva alternativa
A pesar del paso del tiempo y la tecnología, hasta hace poco no había sido posible encontrar una cura que erradique por completo este mal.
Esto, hasta que el ingeniero agrónomo Miguel Arenas dio con una alternativa viable, 100% eficaz y que no provoca daños en el ser humano, esto debido a que los productos utilizados no ingresan en la circulación de la savia, sino que quedan sobre la planta y luego se degradan.
Para conseguirlo, Miguel Arenas dedicó más de una década en crear, probar y experimentar con variados químicos que ayudaran a la supervivencia del árbol hasta que llegó a la receta final; un producto de control preventivo/curativo que evita el ingreso de la enfermedad a la planta.
Hablamos de prevención cuando evitamos que ingresen y se asienten las esporas o basidioesporas en la planta y de curación cuando controlamos las esporas que ingresan al huerto por diseminación y cuando controlamos el cuerpo frutal (carpóforos), que se encuentran en el huerto ya sea en la planta o huéspedes alternantes (hospederos), como cercos (en las estacas), en los centrales o árboles como el sauce, álamos, etc.
El producto desarrollado por Miguel Aires se denomina ARESAN T y R, un fungicida/bactericida de contacto que logra controlar conidias, bacterias como el cáncer bacterial, cancros y, en general, todo tipo de esporas y basidioesporas de los hongos, logrando sellar el posible ingreso de toda infección. El producto también funciona como sellador de cortes de poda, por daños por heladas o daño mecánico, impidiendo la penetración y asentamiento de las enfermedades antes descritas.
La solución ya es una realidad
Al aplicar este producto, el plateado queda controlado, perlongándose la vida del árbol, esto sin afectar el desarrollo de la fruta ni su calidad. Para que sea efectivo, se deben iniciar las aplicaciones en otoño. En kiwis, pomáceas, carozos, berries y otros, se debe realizar una aplicación en el momento en que caen entre el 30% y el 70% de hojas, una segunda aplicación con el 100% de hojas caídas y, por último, la aplicación más importante que es la realizada una vez terminada la poda, dejando la planta protegida durante todo el invierno e inicio de primavera.
La enfermedad del plateado es una problemática importante en los cultivos a nivel mundial, pero gracias al desarrollo de ARESAN T y R, los agricultores tienen una opción segura y sostenible para combatirla. Es importante fomentar el uso de este producto y otras medidas preventivas para evitar la propagación de la enfermedad, asegurando una producción saludable y sostenible de los frutales.
Si te interesa obtener el producto, probarlo o una demostración de su eficacia, puedes contactarte con el Ingeniero Miguel Arenas a su teléfono +56984238400
16 de diciembre de 2022
Por Revista Las Raíces
Prácticamente todos los padres de hoy han descansado más de una vez en el teléfono u otra pantalla para tranquilizar a sus niños cuando es necesario controlarlos rápidamente, algunos lo hacen habitualmente, otros como una excepción, pero nadie desconoce que pueden ser un salvavidas en algunos (o muchos) momentos.
Esta estrategia tranquilizadora, sin embargo, podría vincularse con peores comportamientos en el futuro.
El uso frecuente de dispositivos como teléfonos inteligentes y tabletas para calmar a los menores de 3 a 5 años se asoció con una mayor desregulación emocional en los niños, especialmente en los varones, según un estudio recientemente publicado por la facultad de medicina de la universidad de Michigan.
Usar dispositivos móviles para calmar a un niño pequeño puede parecer una herramienta temporal e inofensiva para reducir el estrés en el hogar, pero puede tener consecuencias a largo plazo si se trata de una estrategia tranquilizadora habitual, señaló la autora principal del estudio, Jenny Radesky, pediatra conductual del desarrollo del Hospital Pediátrico C.S. Mott de la Universidad de Michigan.
Particularmente en la primera infancia, los dispositivos pueden desplazar las oportunidades para el desarrollo de otros métodos para la autorregulación, señala la profesaional.
El estudio incluyó a 422 padres y 422 niños de 3 a 5 años entre agosto de 2018 y enero de 2020, antes de que comenzara la pandemia de COVID-19. Los investigadores analizaron las respuestas de los padres y cuidadores sobre la frecuencia con la que usaban los dispositivos como una herramienta calmante y las asociaciones con los síntomas de reactividad emocional o desregulación durante un período de seis meses.
Los signos de una mayor desregulación incluían cambios rápidos entre la tristeza y la emoción, un cambio repentino en el estado de ánimo o los sentimientos y una mayor impulsividad.
Los hallazgos sugieren que la asociación entre el uso del dispositivo como calmante y las consecuencias emocionales fue particularmente alta entre los niños varones y los menores que ya experimentaban algún signo de hiperactividad, impulsividad y un temperamento fuerte que los hacía más propensos a reaccionar intensamente a sentimientos como la ira, la frustración y la tristeza.
"Nuestros hallazgos sugieren que el uso de dispositivos como una forma de apaciguar a los niños agitados puede ser especialmente problemático para aquellos que ya luchan con las habilidades de afrontamiento emocional, afirma Radesky, quien reconoce que el período preescolar es una etapa de desarrollo en la que es más probable que los niños muestren comportamientos difíciles, como rabietas, actitudes desafiantes y emociones intensas. Esto puede hacer que sea aún más tentador usar dispositivos como estrategia de crianza.
Los cuidadores pueden experimentar un alivio inmediato con el uso de dispositivos pues reducen rápida y eficazmente los comportamientos negativos y desafiantes de los niños, dice Radesky. Esto es gratificante tanto para los padres como para los niños y puede motivar a ambos a mantener este ciclo. El hábito de usar dispositivos para manejar el comportamiento difícil se fortalece con el tiempo a medida que las demandas de los medios de comunicación de los niños también se fortalecen. Cuanto más a menudo se usan los dispositivos, menos practican los niños, y sus padres el uso de otras estrategias destinadas a combatir los estados disruptivos.
Los métodos relajantes alternativos pueden ayudar a desarrollar habilidades de regulación emocional
Radesky, quien es madre de dos hijos, reconoce que hay momentos en que los padres pueden usar estratégicamente dispositivos para distraer a los niños, como durante los viajes o al realizar múltiples tareas en el trabajo. Si bien se espera (y es realista) el uso ocasional de los medios para entretener a los niños, es importante que no se convierta en la herramienta tranquilizadora principal o algo habitual.
Entre las soluciones que Radesky recomienda cuando los padres tienen la tentación de recurrir a un dispositivo se encuentran las siguientes:
Técnicas sensoriales: los niños pequeños tienen perfiles únicos vinculados al tipo de información sensorial que los calma. Esto podría incluir columpiarse, abrazarse o presionarse, saltar en un trampolín, aplastar masilla con sus manos, escuchar música o mirar un libro o un frasco con bolitas de colores. Si ve que su hijo se pone inquieto, canalice esa energía hacia el movimiento corporal o enfoque sensorial que más le haga sentido al menor y para saberlo, antes se requiere de un trabajo de ensayo y error.
Nombrar la emoción y qué hacer al respecto: cuando los padres etiquetan lo que creen que su hijo está sintiendo, ambos ayudan al niño a conectar el lenguaje con los estados de ánimo, pero también le muestran al niño que lo entienden. Cuantos más padres puedan mantener la calma, podrán mostrarles a los niños que las emociones son "mencionables y manejables”.
Usar zonas de color: cuando los niños son pequeños, les cuesta pensar en conceptos abstractos y complicados como las emociones. Las zonas de color (azul para aburrido, verde para tranquilo, amarillo para ansioso/agitado, rojo para explosivo) son más fáciles de entender para los niños y se pueden convertir en una guía visual que puede estar pegada en algún lugar de la casa, como en el refrigerador, y con ello se ayudará a los niños pequeños a “pintar” una imagen mental de cómo su cerebro y su cuerpo están sintiendo. Los padres pueden usar estas zonas de color en momentos difíciles ("te estás moviendo y estás en la zona amarilla, ¿qué puedes hacer para volver al verde?").
Ofrecer comportamientos de reemplazo: los niños pueden mostrar algunos comportamientos bastante negativos cuando están molestos, y es un instinto normal querer que simplemente se detenga. Pero esos comportamientos están comunicando emociones, por lo que es posible que a los niños se les deba enseñar un comportamiento de reemplazo más seguro o más complejo, es decir, que el niño deba pensar para ejecutarlo. Esto podría incluir enseñar una estrategia sensorial ("golpear lastima a las personas; puedes golpear esta almohada en su lugar") o una comunicación más clara ("si quieres mi atención, solo toca mi brazo y di 'perdón, mamá’").
Los padres también pueden evitar las rabietas relacionadas con la tecnología configurando temporizadores, dándoles a los niños expectativas claras de cuándo y dónde se pueden usar los dispositivos, y usar aplicaciones o servicios de video que tengan puntos de parada claros y no solo se reproduzcan automáticamente sin un final determinado.
Cuando los niños están tranquilos, los cuidadores también tienen la oportunidad de enseñarles habilidades de afrontamiento emocional, dice Radesky. Por ejemplo, pueden hablar con ellos sobre cómo se siente su animal de peluche favorito y cómo él maneja sus emociones para calmarse. Este tipo de discusión lúdica usa el lenguaje de los niños, lo reproduce y favorece el entendimiento.
Todas estas soluciones ayudan a los niños a entenderse mejor a sí mismos y a sentirse más competentes en el manejo de sus sentimientos, dice Radesky. Para que esto funcione se necesita repetición por parte de un cuidador que también debe tratar de mantener la calma y no reaccionar de forma exagerada a las emociones del niño, lo que no es fácil, pero ayudará a desarrollar habilidades de regulación emocional que duran toda la vida.
Por el contrario, usar un distractor como un dispositivo móvil no enseña una habilidad, solo distrae al niño de cómo se siente. Los niños que no desarrollan estas habilidades en la primera infancia tienen más probabilidades de tener dificultades cuando están estresados en la escuela o con sus compañeros a medida que crecen.
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